El Sacramento de la confesión nos llama a establecer nuevamente nuestra amistad
con Dios, recordemos que el pecado nos distancia, nos separa del Padre, en una
cita bíblica leemos que “el pecado es la muerte del pecador”, porque el hombre
que peca se aparta de la Gracia de Dios, y la cuaresma que es un tiempo
penitencial, es el tiempo propicio para reconocer
nuestros pecados y nuestra fragilidad humana”.
Así
comenzó su declaración el presbítero Jorge Pérez Duno, canciller de la Diócesis
de Cabimas, al ser entrevistado sobre este sacramento, quien luego agregó “es
importante tener presente en este tiempo de cuaresma, esa reconciliación con
Dios, la cual se logra con el reconocimiento de nuestros pecados y luego el
arrepentimiento de los mismos, para así
limpios de todo pecado, de toda mancha podamos celebrar la fiesta pascual con
un corazón puro”.
Pérez
Duno, quien también es párroco de la Iglesia Catedral Nuestra Señora del
Rosario de Cabimas, mencionó que “cuando nos confesamos morimos al pecado y
vivimos para Dios, una nueva vida”.
Por
su parte el presbítero Heberto Ávila, vicario de la parroquia Nuestra Señora de
Altagracia, recuerda que la Iglesia le
brinda a los cristianos para cada tiempo herramientas que se deben aprovechar,
y aclara que para que dejen de ser
simples signos externos (que si lo son), tienen que redundar en la disposición del
corazón, en la conversión del corazón humano hacia Dios, “es necesario que
exista en nosotros verdadera disposición al cambio”.
En
cuaresma –agrega el sacerdote- la Iglesia nos ofrece 4 herramientas que son la oración, a la cual estamos llamados todo
el tiempo pero en cuaresma con mayor insistencia; la penitencia (ayuno y la
abstinencia); caridad, compartir lo que tenemos, lo que usamos y que
necesitamos, no lo que nos sobra; y la reconciliación con Dios a través de la
confesión, para que resucitemos con él en la Pascua, sobre todo la pascua
definitiva cuando nos encontremos cara a cara con el Señor resucitado.
El
padre Noel Martínez, párroco de Nuestra Señora de Guadalupe de Cabimas, y
coordinador de la Zona Pastoral Centro de la Diócesis de Cabimas, mencionó que
durante esta cuaresma se están realizando jornadas de confesiones en las
diferentes parroquias que conforman la zona, con el fin de colaborar con sus
compañeros sacerdotes con esta tarea y facilitar a los fieles el poder acceder
al sacramento.
El cronograma es el siguiente:
27-03-2014: Sagrado Corazón de Jesús.
01-04-2014: Rectoría María Inmaculada.
02-04-2014: San Pedro Apóstol.
03-04-2014: San Agustín.
08-04-2014: Nuestra Señora del Carmen.
09-04-2014: San Martín de Porres.
10-04-2014: Rectoría Nuestra Señora de
Coromoto.
El Sacramento
En
el catecismo de la Iglesia Católica, en su segunda parte, de la celebración del
misterio Cristiano, dedicada a los siete Sacramentos de la Iglesia, en su
artículo cuarto del sacramento de la penitencia y de la reconciliación: reza lo
siguiente:
“Los que se acercan
al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de
los pecados cometidos contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la
Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con
su amor, su ejemplo y sus oraciones" (LG 11).
I. El nombre de este sacramento
“Se le denomina
sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a
la conversión (cf Mc 1,15), la vuelta al Padre (cf Lc 15,18) del que el hombre
se había alejado por el pecado.
Se denomina
sacramento de la penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de
conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador.
Se le denomina
sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la confesión
de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento.
En un sentido profundo este sacramento es también una "confesión",
reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con
el hombre pecador.
Se le denomina
sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental del sacerdote, Dios
concede al penitente "el perdón [...] y la paz" (Ritual de la
Penitencia, 46, 55).
Se le denomina
sacramento de reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios que
reconcilia: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5,20). El que vive
del amor misericordioso de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor:
"Ve primero a reconciliarte con tu hermano" (Mt 5,24).
En
el artículo sexto, aclara que “Sólo Dios
perdona el pecado”
“Sólo Dios perdona
los pecados (cf Mc 2,7). Porque Jesús es el Hijo de Dios, dice de sí mismo:
"El Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra"
(Mc 2,10) y ejerce ese poder divino: "Tus pecados están perdonados"
(Mc 2,5; Lc 7,48). Más aún, en virtud de su autoridad divina, Jesús confiere
este poder a los hombres (cf Jn 20,21-23) para que lo ejerzan en su nombre.
Cristo quiso que toda
su Iglesia, tanto en su oración como en su vida y su obra, fuera el signo y el instrumento del
perdón y de la reconciliación que nos adquirió al precio de su sangre. Sin
embargo, confió el ejercicio del poder de absolución al ministerio apostólico,
que está encargado del "ministerio de la reconciliación" (2 Co 5,18).
El apóstol es enviado "en nombre de Cristo", y "es Dios
mismo" quien, a través de él, exhorta y suplica: "Dejaos reconciliar
con Dios" (2 Co 5,20).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario