El ministerio del lectorado forma parte del proceso de formación sacerdotal, y su importancia radica en que el lector sea capaz de transmitir con su vida, con sus obras y con sus acciones un profundo amor a las Sagradas Escrituras.
El cargo de lector se instituyó en la Iglesia para leer la Palabra de Dios en las reuniones litúrgicas. Pero no sólo esto. En la Misa y en otras acciones sagradas enunciará las lecturas tomadas de las Sagradas Escrituras a excepción del Evangelio.
Durante la imposición de dicho ministerio el obispo Diocesano, recordó que Robert estaba recibiendo un Misterio muy antiguo y apuntó “ya antes de la llegada del Salvador se leían y se daban a conocer las Sagradas Escrituras.
“El sacerdote en su acción es sacramental y está íntimamente ligado a la Palabra de Dios; por ello como todo catequista debe enseñar la fe a través de la Palabra de Dios” apuntó.
Luego agregó “el sacerdote tiene la obligación de conocer la Palabra de Dios, para poder enseñarla, ya que él vive, transmite y enseña la Palabra de Dios, por tal razón la vida de la Iglesia y la vida de la oración está impulsada por ésta misma.
Al concluir recordó que la Palabra de Dios no es solo contenido, no es solo historia, no es solo teología, sino que es el mismo Jesucristo, que tiene vida y es actual.
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