Los obispos de
Venezuela reunidos en la centésima sexta asamblea plenaria ordinaria del
episcopado venezolano y en el marco del año de la misericordia, convocado por
el papa Francisco, realizaron este domingo 10 de julio una jornada
extraordinaria de la misericordia en 45 parroquias de la ciudad de la
Arquidiócesis de Caracas, con el fin de acercar la misericordia a los hermanos
más afligidos y necesitados.
Durante este año, el
episcopado venezolano, ha realizado gestos de misericordia a nivel personal,
parroquial y diocesano, pero en esta oportunidad lo realizaron como colegio
episcopal, al visitar juntos, aunque en distintas parroquias, las diversas
periferias para encontrarse con el pueblo de Dios en un momento extraordinario
de gracia y renovación espiritual.
La jornada inicio a
las nueve de la mañana, estos fueron recibidos en las distintas comunidades con
mucha alegría y de inmediato empezaron a administrar el sacramento de la
confesión. Hubo quienes pasaron más de cuatro horas administrando el sacramento
de la reconciliación, otros visitaron enfermos, llevándoles palabras de
esperanza y colocándoles la Unción de los enfermos. Algunos pudieron visitar
hogares alejados de la ciudad y entrar en su humildes casas para compartir con
sus familias; otros compartieron almuerzos con ancianos, indigentes y niños de
distintas casas hogares llevadas por diversas congregaciones religiosas.
Después de realizadas
las confesiones y visitas a los lugares más alejados y de extrema pobreza, los
obispos celebraron junto a las comunidades parroquiales la Eucaristía, animando
en sus homilías a tener esperanza, a pensar que Dios nunca desoye al pobre ni
al afligido y siempre viene a nuestra ayuda en los momentos de dificultad, pero
debemos estar atentos a escucharlo y dejarnos acariciar por su amor
misericordioso de la misma manera que lo hizo aquel samaritano cuando ayudó a
su prójimo.
Los obispos
venezolanos hicieron que esta experiencia haya sido un momento de cercanía del
Padre, que verdaderamente pudieran sentir quienes sufren o padecen injusticias,
la ternura de la mano de Dios que siempre acompaña a sus hijos y así brindar
Misericordia a quien más necesita de Dios.
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