martes, 23 de julio de 2013

MONSEÑOR WILLIAM DELGADO: TODA ORDENACIÓN ES SIEMPRE UNA FIESTA, ES UNA CONSAGRACIÓN ESPECIAL AL SEÑOR


          En una ceremonia cargada de simbolismos fueron ordenados de diáconos transitorios, los seminaristas Alfredo Hernández y José Coromoto Romero, así como instituidos con las sagradas ordenes del acolitado los seminaristas José Luis Arismendi y Alexis Daboín.
            La celebración se efectuó en la Santa Iglesia Catedral Nuestra Señora del Rosario de Cabimas, la cual  estuvo presidida por Monseñor William Delgado Silva, obispo de la Diócesis de Cabimas, y contó con la presencia de parte del clero diocesano, seminaristas, grupos de apostolados, familiares y amigos de los jóvenes ordenados, quienes están cada vez más cerca de la ordenación presbiteral.
            El obispo Diocesano, al hacer su intervención, uniéndose a la alegría de la Iglesia por la ordenación de dos diáconos y por el ministerio del acolitado de otros dos, elevó su agradecimiento a Dios porque sigue bendiciendo esta Iglesia Local con vocaciones sacerdotales.
            “Una ordenación es siempre una celebración litúrgica muy especial y extraordinaria, ya que es la consagración al Señor de un joven, es un gran don que Dios concede a su Iglesia. Es una singular acción sagrada de renovación y crecimiento de la Iglesia que, gracias a la fuerza del Espíritu de Dios, vive, se renueva y crece en los corazones de los fieles, de los fieles, religiosos y consagrados, de los ministros del altar, diáconos, sacerdotes y obispos”, agregó.
            El obispo de Cabimas, mencionó “la Iglesia se va sintiendo fortalecida por la entrega de estos nuevos ministros del señor. Por esto, damos gracias a Dios”.
            Al final les dijo “queridos diáconos y ministros acólitos, les dejo la tarea de conocer bien la encíclica del Papa Francisco. Ahí tienen un buen programa para su ministerio”.
Inmediatamente se dio inicio al ritual para recibir la orden del ocolitado, que capacita al seminarista para servir en el altar.
Los seminaristas José Luis Arismendi y Alexis Daboín, se acercaron al obispo y éste les hizo entrega del cáliz con el vino que se ha de consagrar, para que puedan servir dignamente la mesa del Señor y de la Iglesia.

Ordenación Diaconal

            Al inicio de la ordenación diaconal el rector del seminario Diocesano “El Buen Pastor” presbítero Néstor Ulloa, presenta a los elegidos y afirma que los mismos son dignos para prestar este servicio al Señor.
            Seguidamente  Hernández y Romero hicieron su promesa de celibato, después  se dio inicio a la súplica, postración, signo de humildad y pequeñez del hombre ante Dios, mientas el también diácono Luis Bocaranda   entonaba  las letanías.
Después  se procedió a la imposición de las manos por parte del obispo diocesano,    y la oración consagratoria son el centro de la ordenación diaconal. Con este gesto es invocado el Espíritu Santo en su plenitud, ya sea para realizar una curación, transmitir una gracia, un carisma o consagrar a un elegido para una función determinada. Este gesto era utilizado por las primeras comunidades cristianas, especialmente por los apóstoles; así, este poder se ha ido transmitiendo de generación en generación.
Seguidamente los nuevos diáconos proceden a colocarse la estola y la dalmática, vestimenta que identifica a los diáconos en las celebraciones litúrgicas.
Por último el obispo, durante la ordenación, también hace entrega a los

diáconos el libro de los Evangelios ya que es propio del diácono proclamar el evangelio y predicar la palabra de Dios.  Los diáconos gozan de la facultad de predicar en cualquier parte.

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