PALABRAS DEL
PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA
EPISCOPAL VENEZOLANA, MONS. DIEGO PADRÓN,
EN LA APERTURA DE LA CIV ASAMBLEA
ORDINARIA.
Caracas, 06 de Julio
de 2015
Invocando
el nombre de la Santísima Trinidad y escuchando con devoción su Palabra, damos
inicio a la Centésima Cuarta Asamblea de la Conferencia Episcopal Venezolana
(CEV).
Dirijo un
fraterno y cordial saludo a todos los Arzobispos y Obispos de Venezuela: al
Eminentísimo Sr. Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas y Presidente
de honor de nuestra Conferencia. Al Excmo. Mons. Aldo Giordano, Nuncio
Apostólico y, a través de su distinguida persona, al Santo Padre Francisco, tan
cerca ahora de nosotros, con la seguridad de nuestra oración, por su visita a
Ecuador, Bolivia y Paraguay.
Saludo
desde aquí a los hermanos Obispos que, por causa grave, no han podido hacerse
presentes y a los apreciados hermanos Eméritos. De modo especial dirijo mi
saludo a los tres nuevos hermanos, Juan de Dios Peña, Benito Méndez y Ernesto
Romero, quienes por la imposición de las manos en su Ordenación y la toma de
posesión de sus respectivas sedes se incorporan plena y definitivamente al
Colegio Episcopal. ¡BIENVENIDOS!.
Un cordial
saludo al Pbro. Víctor Hugo Basabe, Secretario General de la CEV, y al Pbro.
Polito Rodríguez, Subsecretario.
Saludo a
los Superioras y Superiores Mayores y a los Miembros Directivos de la CONVER,
representantes de la Vida Consagrada.
2.- Un atento saludo a la Dra. María Elena Febres
Cordero, recién nombrada Presidenta del Consejo Nacional de Laicos (CONALAI) y
a los demás miembros del Consejo Directivo.
Con
gratitud saludo a los Directores y Directoras y demás miembros del Secretariado
Permanente del Episcopado Venezolano (SPEV). Quiero manifestar a nombre de toda
la CEV la más sincera condolencia a nuestra Secretaria, la Sra. Irma de Lourdes
Bejarano por el sentido fallecimiento de su señora madre, Hilda de la Cruz Ramírez. El Señor le recompense sus buenas
obras con el premio de la eterna bienaventuranza.
Saludo a
los Comunicadores Sociales y demás representantes de los Medios de Comunicación
Social y agradezco su presencia.
Saludo
cordialmente al Rvdo. Padre Francisco José Virtuoso, Rector de esta Universidad,
y a las demás autoridades de la misma y agradezco nos hayan cedido gentilmente
este espacio para la apertura de la presente Asamblea Episcopal.
PAPA FRANCISCO
Este
momento en que el Santo Padre visita por segunda vez a Latinoamérica en misión
evangelizadora es una ocasión de poder sentirlo más cerca de nuestra Iglesia,
aunque nunca ha estado lejos de nosotros ni del pueblo venezolano.
Desde el 13 de Marzo
de 2013 la Iglesia Universal y las Iglesias
Particulares,
como la nuestra, han estado fuertemente marcadas por la impronta de su
personalidad.
Él es una novedad en
la Iglesia, un Papa diferente a sus predecesores.
En consecuencia, es
necesario descubrir quién es y hacia dónde conduce la Iglesia. Tengamos en
cuenta que su persona, su doctrina y sus gestos, como los del apóstol Pablo en
los inicios del cristianismo, son admirados y discutidos. Los pobres y las
víctimas lo entienden más que los sabios y entendidos de este mundo (cf Mt 11,
25-27). Los lejanos se sienten atraídos por su respeto a todas las culturas y
religiones, por su aprecio a la creación y por su defensa y cercanía a los
pobres y excluidos de la sociedad.
A los
cercanos nos llena de alegría la corriente de aire fresco que entra por las
ventanas del Vaticano, que él ha abierto de par en par a todos sin distinción.
Cuando
comenzó su ministerio de sucesor del apóstol Pedro, llamó poderosamente la
atención el anuncio de la reforma de la Curia. Sin embargo, para él no está lo
principal en la reforma de las estructuras sino en el cambio interno de la
Iglesia. El quiere una Iglesia esencialmente misionera, despojada de toda mundanidad,
pobre y anunciadora de la alegría del Evangelio.
Rasgos que
definen al Papa Francisco son la espontaneidad de sus gestos, su libertad
frente al protocolo, su cercanía al pueblo, su interés por cada persona, su
léxico y, en una palabra, su estilo personal y su estilo pastoral, parecidos a
los del Papa San Juan XXIII.
Su
lenguaje, enteramente nuevo en la literatura eclesiástica, oral y escrita,
causa impacto, porque lleva consigo la originalidad latinoamericana.
Es un
lenguaje nuevo en el vocabulario y nuevo en la intención. Una de las expresiones
que ha calado más es la de “una Iglesia en salida”. Es decir, una Iglesia cuyos
dirigentes, ministros y agentes pastorales han de salir del encierro de sus
propias visiones, comodidades y privilegios y ponerse en contacto con las
periferias existenciales. Una Iglesia de todos para anunciar a todos, sin
exclusión, el Evangelio.
El Papa
Francisco sigue muy de cerca al Beato Papa Pablo VI. Estima y tiene como punto
de referencia la Exhortación Evangelii Nuntiandi. El documento programático de
su pontificado lleva un título similar: Evangelii Gaudium. También Pablo VI, recordemos,
escribió una carta encíclica sobre la alegría.
La
doctrina del Papa Francisco no es un espiritualismo neutral, fuera de contexto,
sino una invitación al compromiso solidario, realista y liberador. De nuestra
fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la
preocupación por el desarrollo integral de lo más abandonados, ha escrito en su
Exhortación La alegría del Evangelio (24-11-2013) (Evangelii Gaudium), (186).
Desarrollo
integral quiere decir que va más allá de la pobreza material.
Porque hay
una pobreza peor que la material, la pobreza mental, la de quienes dicen que no
les importa si este o aquel gobierno es o no democrático, con tal les resuelva
su problema socio económico. Es la pobreza de quienes aceptan – valga la
redundancia que los pobres sólo tienen derecho a las migajas y que la libertad
se puede negociar por un plato de comida que los somete, manipula o esclaviza.
En el
capítulo IV de su Exhortación La alegría del Evangelio, el Papa comparte con
los lectores sus inquietudes acerca de la evangelización y su estrecha relación
con el desarrollo social. Si esta dimensión –afirma- no está debidamente
explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido auténtico e
integral que tiene la misión evangelizadora (EG 176). Y a continuación amplía
su idea: Desde el corazón del Evangelio –escribereconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización
y promoción humana, que necesariamente debe expresarse y desarrollarse en toda
acción evangelizadora (EG 178). Aún más, señala que la muerte de Cristo, su
obra redentora, tiene un sentido social porque “Dios, en Cristo, no redime solamente
la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los hombres”
(Ibidem).
El Papa
Francisco es un pensador que sabe exponer las ideas más profundas en pocas
palabras, comprensibles para todos y que llegan a todos.
Su lenguaje es
creativo, sugerente, profético, directo al corazón, y coherente con sus gestos
de atención particular a cada persona. Por eso, sus palabras son creíbles. El
propósito de ellas o su objetivo es anunciar la alegría del Evangelio y su
mensaje o contenido es la misericordia del Padre.
El Papa da
gran valor a la imagen literaria y recomienda usarla en la predicación. Una
imagen emblemática, con gran poder evocativo, es la del pastor con olor a oveja
(Primera homilía crismal, 28-03-13). Es una imagen cristológica: por su encarnación,
Cristo es el primero en oler a oveja. Y este lor cristológico es la luz que
ilumina la antropología franciscana del Papa.
Pero es
también una imagen o metáfora de sabor agustiniano. Apacentar el rebaño es
amoris officium, un encargo que se realiza por amor- Olor a oveja es el que
adquiere el pastor en la cercanía a los pobres, los enfermos, los alejados, los
excluidos y marginados. Es el olor del pastor que camina con su pueblo,
comparte sus necesidades y alienta sus luchas y esperanzas. Es la actitud del
pastor de una Iglesia en salida, actitud que es el paradigma de toda obra
evangelizadora, pasar de una pastoral de mera conservación a una pastoral
decididamente misionera (EG 15).
LA
FIGURA DEL OBISPO EN EL PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO
La imagen
del pastor integra todas las otras con las que el Papa esboza la figura del
Obispo.
Cuando nos
habla a nosotros -y tengo muy presentes a los tres Obispos que inician su
ministerio , nos pide que tengamos un oído atento al Evangelio y otro en el
pueblo, para descubrir lo que los fieles necesitan escuchar (EG154).
Este fue,
precisamente, el perfil que trazó en su Discurso al Comité de Coordinación del
CELAM en Río de Janeiro el 28 de Julio de 2013:
Los
Obispos han de ser Pastores, cercanos a la gente,
Padres y
hermanos, con mucha mansedumbre; pacientes y misericordiosos. Hombres que amen
la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza
exterior como simplicidad y austeridad de vida. Hombres que no tengan “psicología de príncipes”. Hombres
que no sean ambiciosos y que sean esposos de una Iglesia sin estar a la
expectativa de otra. Hombres capaces de estar velando sobre el rebaño que les
ha sido confiado y cuidando todo aquello que lo mantiene unido: vigilar sobre
su pueblo con atención sobre los eventuales peligros que lo amenacen, pero
sobre todo para cuidar la esperanza: que haya sol y luz en los corazones.
Hombres capaces de sostener con amor y paciencia los pasos de Dios en su pueblo. Y el
sitio del Obispo para estar con su pueblo es triple: o delante para indicar el camino,
o en medio para mantenerlo unido y neutralizar los desbandes, o detrás para
evitar que alguno se quede rezagado, pero también, y fundamentalmente, porque
el rebaño mismo también tiene su olfato para encontrar nuevos caminos.
Y concluyó diciendo:
No quisiera abundar en más detalles sobre la persona del Obispo, sino
simplemente añadir, incluyéndome en esta afirmación, que estamos un poquito
retrasados en lo que la Conversión Pastoral se refiere. Conviene que nos
ayudemos un poco más a dar los pasos que el Señor quiere para nosotros en este
“hoy” de América Latina y El Caribe. Y sería bueno comenzar por aquí.
EL JUBILEO DE LA
MISERICORDIA
En el
segundo aniversario de su elección, el Papa Francisco anunció, como lo hicieron
el Beato Papa Pablo VI el 7 de Diciembre de l965 y San Juan Pablo II en ocasión
de la llegada del nuevo milenio, la convocatoria del Jubileo de la
Misericordia, que comenzará el 8 de Diciembre de este año y concluirá el 20 de
Noviembre de 2016, Solemnidad de Cristo Rey.
Colocado a
siete semanas de años del precedente en 1965, conforme al cómputo de los
jubileos bíblicos, éste, recién convocado, debe ser considerado también como un
jubileo del Concilio Vaticano II, cuyo cincuentenario de apertura estamos
conmemorando.
En el
corazón del Concilio Vaticano II encontramos la reflexión sobre las relaciones
de Dios con la humanidad bajo el concepto de la divina Revelación, llamada a
ser la estructura básica de las relaciones en el interior de la Iglesia,
recogidas en la Constitución dogmática Lumen Gentium, y de las relaciones de la
Iglesia con el mundo, expuestas en la Constitución pastoral Gaudium et Spes. La
divina Revelación, entendida como la amorosa comunicación de Dios con los
hombres está magistralmente expuesta en la Constitución Dei Verbum, cuyo
cincuentenario también celebramos.
Sabemos
que el “principio misericordia” es un eje transversal del pensamiento del Papa,
que nos permite comprender su estilo, su ministerio, el programa de su pontificado,
la reforma de la Iglesia y su anuncio constante de la alegría del Evangelio
como la buena noticia de que Dios ama con un amor de ternura a su pueblo. Es el
amor de misericordia el que ha de articular la comprensión de la fe (Cf EG 36).
Es el amor de misericordia el que debe manifestarse en las relaciones fraternas
entre (…) los miembros de la Iglesia. Y es el amor de misericordia el que debe
regir las relaciones de la Iglesia y de cada uno de los creyentes con el resto
de la humanidad, especialmente con los pobres y con la naturaleza (Cf Antonio
Ávila Blanco).
¡Cómo
deseo –expresa en la Bula – que los años por venir estén impregnados de
misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la
ternura de Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la
misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de
nosotros (N* 5).
En otro
párrafo acentúa el realismo de la misericordia divina subrayando que no es una
idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual El revela su amor, que es como el de un padre o una madre
que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale
decir, que se trata realmente de un amor “visceral”.(N*6).
En lo pastoral, la
Bula EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA propone la peregrinación como “estímulo para
la conversión” siguiendo las etapas que señala el Evangelio: “No juzguen y no
serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán
perdonados”. Invita no sólo a reflexionar sobre las “obras de misericordia
corporales y espirituales” sino a llevar una palabra y un gesto de consolación
a los pobres, anunciar la liberación a cuantos están prisioneros de las nuevas
esclavitudes de la sociedad moderna, restituir la vista a quien no puede ver
más porque se ha replegado sobre sí mismo, y volver a dar dignidad a cuantos
han sido privados de ella”.(N* 16). Pide a los Obispos acoger a los Misioneros
de la Misericordia enviados por el Papa.(N* 18). Pide también combatir la corrupción.
Ella impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez
destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres.(N* 19). Con
estas y otras afirmaciones parecidas, la Bula nos deja entrever que el Papa
Francisco no quiere que el Año Santo de la misericordia se reduzca a lo
espiritual y piadoso sino, por el contrario, sea un tiempo propicio, un kairós,
para acoger la llamada a la conversión y comprometerse a luchar contra los
males de la pobreza, la desigualdad y la exclusión.
LA BEATIFICACION DE
MONS. ROMERO
Hace pocas
semanas, el Papa Francisco elevó al culto público de los altares al Obispo
Oscar Arnulfo Romero, “San Romero de América”.
Lo propio
y específico de este salvadoreño común es que fue sacerdote y obispo de los
pobres. Por temperamento y formación era un hombre tímido y conservador, pero
por el contacto con su gente se convirtió en el guía espiritual de las luchas
de su pueblo sin abdicar jamás de su condición de ministro del Evangelio. Fue
apenas tres años Arzobispo de San Salvador.
Pastor
incansable y predicador arriesgado, dejó en cada una de sus homilías una verdad
clara, un ejemplo concreto, un pedazo de su vida. ¡Cuánto le hubiese gustado
vivir en tiempos del Papa Francisco! ¡Los dos latinoamericanos, los dos con
ideas muy afines! Aquellos tres años los vivió como si hubiera tenido prisa.
Como si el tiempo se le fuera a ir pronto de sus manos. Como quien sabía que
pronto no iba a poder hablar más. Como quien quería hablar para siempre y de
una vez (Cf Su pensamiento III, Introducción).
Como
pastor, tuvo una profunda experiencia de Dios desde los pobres, los perseguidos
y los martirizados. Dice uno de sus biógrafos que Romero debió encontrar en los
pobres aquello que el profeta Isaías dice del siervo sufriente de Yahvé y San
Pablo, de Cristo crucificado: que en ellos hay luz y salvación. El sufrimiento
de los pobres tuvo que ser para él una gran sacudida, al ver, sobre todo, la
creciente represión. Los pobres le exigieron conversión; pero, al ofrecerle
también luz y salvación, se la facilitaron. Y eso lo reconoció Mons. Romero. En
una de sus más logradas palabras dijo: “Con este pueblo no cuesta ser buen
pastor”. (Cf Sobrino, J., Monseñor Oscar A. Romero, Un Obispo con su pueblo,
21)
A ese
mismo pueblo, dos años antes de su asesinato, dirigió esta homilía: Los pobres
tienen que respetarse, tienen que promoverse, tienen que trabajar en la medida
que les el alcance de sus esfuerzos económicos y sociales. No se duerman; la
Iglesia, la religión, no quiere ser opio del pueblo. La Iglesia por eso sufre
los conflictos porque trata de promover al hombre y decirle: “Tú eres igual que
todos, tú tienes los mismos derechos que tienen todos tus hermanos”, porque va
promoviendo para que dejen de ser masa adormecida y se conviertan en artífices
del destino de la Patria. Por eso a la promoción de la Iglesia maliciosamente
se la quiere confundir con ideas
subversivas u otra clase de calumnias. Pero lo que la Iglesia busca es esto del
Profeta, anunciar la promoción de los hombres, sabiendo que en cada hombre está
escondido Dios, y que el respeto a cada hombre, así sea el más pobre e
indigente, es respeto, devoción, actitud casi de adoración a nuestro Dios
(Homilía, 5 de Febrero de 1978).
LA ENCICLICA LAUDATO
SI
El Papa
Francisco nos acaba de entregar su segunda carta encíclica, Laudato Si, sobre
el cuidado de la casa común. Es una carta escrita con gran acento poético,
teniendo como referencia a San Francisco de Asís. Nuestra casa común –dicer en
el encabezamiento – es como una hermana, con la cual compartimos la existencia,
y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos.(…). Esta hermana,
continúa diciendo, clama por el daño que le provocamos a causa del uso
irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella.
El Papa, siguiendo a
sus predecesores inmediatos que establecieron el trinomio ecología natural,
ecología social y ecología humana, parangona la suerte de la tierra oprimida y
devastada con los pobres más abandonados y maltratados.
Sobre esta
Encíclica tendremos en esta Asamblea una especial disertación dirigida por el
Señor Nuncio Apostólico, S.E. Mons. Aldo Giordano.
LA IGLESIA EN
VENEZUELA
En este
amplio contexto eclesial que he procurado describir se ubica la Iglesia en
Venezuela. Con el consuelo de Dios peregrina en medio de cruces y
tribulaciones, acompañando pastoralmente a este noble pueblo que cree, ama y
espera.
Al mismo
tiempo que celebramos la ordenación de tres nuevos Obispos, compartimos la
alegría de las Diócesis de Barinas y de Cabimas en los cincuenta años de su
creación.
En el
próximo mes de Noviembre celebraremos la Asambleas Nacional de Pastoral con el
propósito de entrar en el umbral de los diez años del Concilio Plenario de
Venezuela y asumir con renovado entusiasmo una etapa evangelizadora más
fervorosa, alegre, generosa, llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa,
en palabras del Papa Francisco.
PANORAMA NACIONAL
En el país
se ha profundizado la crisis global que los Obispos hemos descrito en
anteriores documentos. El deterioro nacional es notable. Junto al desabastecimiento
de productos básicos, consecuencia de la nefasta política económica,
caracterizan el momento presente la gigantesca corrupción en medios
gubernamentales, la incapacidad del Gobierno para frenar la delincuencia, la desmedida
represión de la disidencia política, el creciente descontento popular, la
incertidumbre ante rl destino del país.
Como
Iglesia no tenemos propuestas político-sociales y económicas concretas que den
respuestas a los grandes males que nos aquejan. Nuestra propuesta cristiana
consiste en reconocer al otro, sanar las heridas, construir, puentes, estrechar
lazos y ayudarnos mutuamente a llevar las cargas, nos dice el Papa Francisco
(EG 67).
Me valgo
de una imagen de la vida de la Iglesia para comunicar una palabra e esperanza a todo nuestro pueblo. El próximo
mes de Diciembre la Iglesia derribará el muro que cierra la Puerta Santa y
abrirá a creyentes y no creyentes el don de la indulgencia plenaria y la
misericordia divina. Que las próximas elecciones parlamentarias, que tienen hoy
tanta significación e importancia como las presidenciales, sea la caía del muro
de la polarización e intolerancia y la recomposición político-social del país.
Votar en las próximas elecciones parlamentarias es una obligación de conciencia
por amor al país.
Pido, en nombre de
toda la CEV, al Jesucristo, señor de la historia, ilumine a todos los
venezolanos en esta hora difícil y bendiga con su misericordia a todo nuestro
pueblo.
Muchas gracias.
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