miércoles, 23 de junio de 2010
Monseñor William Delgado felicitó a los padres en su día
Monseñor William Delgado felicitó a los padres en su día
Este domingo 20 de junio se celebra en Venezuela el día del padre, y para esta ocasión Monseñor William Delgado, Obispo de la Diócesis de Cabimas, envió una felicitación a todos aquellos hombres que han asumido su rol de padres, y los invitó a reflexionar sobre lo importante de su misión.
Al comenzar su declaración el pastor de la Diócesis de Cabimas, recordó que la más importante relación de paternidad es aquella existe entre Dios y Jesús, la cual reviste un carácter muy particular, que supera de lejos las implicaciones de la invocación Abba (padre) de Mc 14,36. Esto se hace patente en la cristología joánica, cuando Cristo subraya su unidad con el Padre en sus obras (Jn 5,17.19-21). No basta decir que Jesús copia al Padre en su actividad; Jesús, con sus milagros, cumple las obras propias del Padre, lo cual quiere decir que el Padre está presente en el Hijo, cuando éste realiza su actividad (Jn 14,9s), y que con una sola mirada se ve así al Hijo y al Padre que aquél manifiesta.
-“El Padre es aquel «del que todo procede» y Cristo aquel «por el que todo existe» (8,6), la acción creadora del Padre está presente en la acción de Cristo. Esta paternidad divina sobrepasa, pues, no sólo el sentido metafórico, sino incluso el sentido realista, y se resuelve en una dinámica de acción en la que la noción de paternidad no encaja más que por analogía” apuntó.
Luego mencionó que en los actuales momentos, es difícil de encontrar modelos a seguir en cuanto a la paternidad. Ya que a lo largo de la historia, el papel del padre en la familia como cabeza no ha sido desempeñado del todo bien por la gran mayoría. Es por esa razón que su importancia dentro del núcleo familiar, es sencillamente encasillado como un proveedor de los bienes materiales.
Si bien es cierto que no existe una escuela humana para aprender a ser padres de familia, si existe la instrucción del mayor y mejor ejemplo que es Dios y su Palabra, que a través de hombres comunes como nosotros, sin ninguna característica fuera de lo normal, más que la disponibilidad a hacer la voluntad de Dios; nos muestran hoy por hoy que ser un padre ejemplar es posible. Se requiere de ajustes, principalmente obediencia al plan de Dios; meditemos acerca de la vida de un hombre extraordinario llamado Noé que en tiempos de crisis moral pudo sacar adelante a su familia y su decisión les llevó a ser la única familia sobreviviente de la destrucción que Dios trajo.
Al enumerar las características que debería tener un padre para ser lo más parecido a un padre ejemplar dijo: 1.- Un padre ejemplar tiene convicciones firmes acerca de Dios y su voluntad; 2.- Un padre ejemplar es un hombre de visión; 3.- un padre ejemplar es obediente a la voz de Dios; 4.- Un padre ejemplar tiene autoridad sobre su familia; 5.- Un padre ejemplar alaba a Dios junto con su familia (8: 20).
El obispo de la Diócesis de Cabimas, al analizar sobre esta fecha del año, comentó que casi sin darnos cuenta, se introdujo con fuerza en el inconsciente colectivo esto del día del Padre. No es para menos, dada la avalancha de prospectos, afiches y anuncios publicitarios con que nos han bombardeado en estas semanas, astuta manera de despertar simpatía por esta fecha la que más bien merece de una reflexión.
-Bien mirado, el tema del padre resulta tan complejo como fascinante. Por de pronto, ya que muchos estudios realizados en el mundo juvenil muestran que los bonos paternos van a la baja, por una suerte de desperfilamiento de su rol familiar. En efecto, para algunos su presencia no pasa de ser una sombra vaga que despierta tanto sentimientos de alegría como de pena, desazón, incluso rechazo. Su papel de proveedor de bienes ha terminado por desfigurar su autoridad, antaño incuestionable. Son datos de alarma, que indican que llegó la hora de que el padre asuma su tarea imprescindible en la formación del hijo, sin esperar que las circunstancias le devuelvan ese podio exclusivo y excluyente que las circunstancias le ofrecían antes, apuntó.
Su soberanía indiscutible en generaciones pasadas - causa por lo demás de tantos perjuicios -, ahora se gana a fuerza de tesón, creatividad y convicción. Podemos decir que hoy se puede revelar, más que nunca, como lo que siempre debe ser: compañía cercana y segura; mano delicada, convincente y firme a la vez. Pero la lucha por validar el papel paternal no resulta fácil. Son muchos los que lo ven sólo al acabar el día, pegado al televisor, preocupado de cuentas, trabajo y amigos ajenos, lo que termina - sin quererlo quizá - provocando indiferencia y lejanía.
La presencia o ausencia de la figura paterna ronda como una sombra la vida humana. El progenitor es para el hijo raíz, gozo, aliciente o temor. Caña inestable o asidero seguro. Es un ser omnipresente que deja, para bien o para mal, una huella imborrable en el corazón filial. Puede ser sombra que oscurece o luz que ilumina y orienta; tierra fértil de la cual brotan los mejores consejos y enseñanzas. Su presencia, cuando es cercana y segura, regala sustento y fortaleza: imprime en el alma un sello que no se borrará jamás.
Monseñor citó a Goethe quien dice “que el hombre se sabe más fuerte por saberse amado, que por saberse fuerte”. En efecto, la fortaleza del hombre no radica en su musculatura, ni en sus bienes o su inteligencia. El secreto de su fuerza descansa en el saberse amado por alguien. Y si ese alguien ha sido la figura paterna, distinto y a la vez semejante a él, el hombre obtendrá una solidez existencial que no lo abandonará nunca. Es la que se gesta ya en los primeros balbuceos y pasos. Cuando la vivencia ha sido positiva, acompaña como una luz que guía, apacienta y asegura el espíritu humano.
Ser padre es aventurarse en los derroteros filiales acompañando y dejando vivir. Es ejercitar la paciencia, frenar el ímpetu aleccionador inoportuno, renunciar a las propias proyecciones para dar espacio a los sueños filiales. Es tender una mano al hijo caído o tragarse decepciones cuando se esperaba más de él. El padre sabe de ejercicios de humildad; tanto de consejos como de silencios prudentes.
Y sabe también de dolores. A cuántos padres no hemos sorprendido a altas horas de la noche sufriendo junto al hijo enfermo, o padeciendo con él sus fracasos académicos, laborales o amorosos. Cuántos han pasado por el crisol del llanto sordo ante su indiferencia o distancia o, tanto más, por su pérdida irreparable en la muerte, la que deja una cicatriz imborrable, que solo se curará en el encuentro definitivo en la patria eterna.
Si las estadísticas pintan una imagen lejana, se vislumbra día a día una generación nueva de padres conscientes de las debilidades de nuestro tiempo y tanto más esforzados en darse más a los suyos, en tiempo y espacio.
Al concluir Monseñor William Delgado, Obispo de la Diócesis de Cabimas, invitó a todos los padres a confiar su propia paternidad en Quien es su fuente, su manantial perenne, y eso será garantía de paz y consejo en la duda y aflicción. El Creador se presenta como Padre en todas las culturas y eso habla de la esencia y papel especial de la paternidad humana. Confiarle a Él esta tarea es seguro y gracia de asistencia certera para que todo empeño paterno sea iluminador, fecundo, pleno.
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