miércoles, 15 de junio de 2011
Parroquias de la Diócesis de Cabimas celebraron fiestas de Pentecostés
Recientemente la Iglesia Católica Universal celebró la solemnidad de Pentecostés, día en el que se conmemora la bajada del Espíritu Santo, para derramar sus dones y carismas sobre la humanidad.
Para esta ocasión las diferentes parroquias y rectorías, que conforman la Diócesis de Cabimas, efectuaron sus vigilias de Pentecostés, algunas hasta la media noche y otras hasta el amanecer, pero todas con el mismo fin, dedicar una noche de oración, alabanzas y cantos para que el Espíritu Santo derramase en los presentes, en todos los fieles y en toda la Iglesia Católica sus siete dones y carismas, que son: Temor de Dios, sabiduría, entendimiento, consejo, piedad, fortaleza, ciencia.
Según explicó el presbítero Andrés Montero, en la eucaristía de Pentecostés efectuada en el seminario Buen Pastor de Cabimas, el Espíritu Santo concede a cada persona uno o más dones, no todos juntos.
Durante la vigilia en el seminario, la señora Eucris de Garcìa, integrante de la renovación carismática, dio una ponencia sobre el Misterio del Espíritu Santo en la Eucaristía y sobre la presencia del Espíritu Santo en los diferentes momentos de la vida de Jesucristo.
El Padre Montero al concluir la homilía efectuada en el seminario, mencionó “con la fiesta de Pentecostés renovamos la Iglesia, por tal razón “Espíritu es aquel que nos anima a fortalecernos a llevar la palabra a los cristianos, el Espíritu Santo en Pentecostés habla el mismo idioma del Amor, y es quien viene para hacernos entender lo que Dios quiere, ilumina, pero no actúa mágicamente, sino con fe”.
Por su parte el padre Luberto Ríos, de la parroquia Nuestra Señora del Rosario del Paraute, de la comunidad de Las Morochas, visiblemente emocionado apunto “la nuestra fue una experiencia hermosa, a pesar que al comienzo se fue la luz, la gente permaneció hasta el final con calor y oscuras en un ambiente de alegría inexplicable, de oración y alabanza, toda la noche desde las nueve hasta las nueve de la mañana niños, ancianos, jóvenes, hombres y mujeres permanecieron en el templo”.
Luego agregó “durante la vigilia hubo muchos cantos, escenificaciones, testimonios, meditaciones y sobre todo un inmenso momento de oración ante Jesús Eucaristía, la entrada de la Santísima Virgen fue hermosa en ella escenificamos el abrazo de la Virgen para con nosotros sus hijos, y la espera con ellos del Espíritu Santo.
El Padre Jenifer Polo, de la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, de Tía Juana agregó luego de la Santa Misa tuvimos la adoración al Santísimo, pidiendo la venida del Espíritu Santo, dicha adoración estuvo a cargo de los jóvenes de los 3 movimientos parroquiales: el Equipo Juvenil nuestra Señora de Lourdes, los Jóvenes de la Renovación Carismática y Juventudes Agustinos recoletas.
Mencionó además que esta noche especial, se contó con la presencia de un número significativo de fieles, quienes pidieron fervorosamente al Espíritu Santo ungiera sus vidas con su calor y fuerza.
Su significado
Es de recordar que Pentecostés para los cristianos significa “50 días después de la Pascua”, 50 días después de la Resurrección de Jesús, para ahora celebrar la venida del Espíritu Santo”.
Para los cristianos, Pentecostés es el día en que viene el Espíritu Santo y derrama sus dones, el cual se grafica “en forma de paloma” y simboliza la pureza y la fidelidad y en lenguas de fuego, que significan el fuego de la presencia de Dios, que en las antiguas civilizaciones significaba presencia divina.
El Espíritu Santo o Espíritu paráclito, es la tercera persona de la Santísima Trinidad que nos viene a acompañar; significa que es el defensor, el que cuida. Nos hace conocer el significado del Testamento, hace entender la palabra de Dios, como el mandamiento que nos dejó Jesús antes de morir: "ámense los unos a los otros como yo los he amado’”.
Pentecostés es una de las fiestas más importantes de la Iglesia Católica, las otras dos son: la navidad o natividad de Jesucristo, su resurrección; y a los 50 días de esta resurrección la vendida del Espíritu Santo, el cual se aparece a los apóstoles y a la Virgen María, y lo llena de una fuerza, que los impulsa luego a continuar con la tarea de Jesús.
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