martes, 24 de septiembre de 2013

PRESBÍTERO HEBERTO ÁVILA: “HOY SOLO PUEDO AGRADECER A DIOS”


           En el marco del año jubilar por el Tricentenario aniversario de la parroquia Nuestra Señora de Altagracia en el municipio Miranda, se celebró la ordenación sacerdotal del ahora presbítero Heberto Ávila, quien al concluir la ceremonia muy emocionado dijo “hoy solo puedo agradecer a Dios, gracias por mi familia, por haberme elegido para que te sirviera, por mis docentes y formadores, por mis compañeros de seminario, por mi Obispo, gracias Dios gracias”.
            La eucaristía fue presidida por Monseñor William Delgado, obispo de la Diócesis de Cabimas  y concelebrada por buena parte del clero diocesano, quienes junto a una multitud de amigos, familiares  y amigos, se apersonaron en el templo parroquial para esta importante ocasión.
            Luego que el rector del seminario menor “El Buen Pastor” presbítero Néstor Ulloa presentara al diácono Heberto Ávila e informara a  monseñor Delgado que el elegido era  digno para la ordenación presbiteral, el obispo diocesano efectuó su homilía.
 “Hoy Heberto dice como el evangelio de Juan 10-17 “…me desprendo de mi vida para ganarla de nuevo” y eso hace Heberto toma una vida dedicada al ministerio sacerdotal, para ganarla de nuevo”, apuntó.
            Este es un día de fiesta – continuó diciendo- para la Iglesia peregrina de la Costa Oriental del Lago, pues Dios distingue a uno de sus hijos con la ordenación sacerdotal. Él es una ofrenda de su familia, de su parroquia, de su comunidad para el plan divino de Dios.
            Seguidamente el prelado agradeció a Heberto Ávila, por su participación en la investigación de la historia de la parroquia Nuestra Señora de Altagracia y toda la colaboración en la organización de del año jubilar del Tricentenario parroquial.
            Al concluir el obispo de Cabimas le dirigió un mensaje personal “Heberto tienes que ser un sacerdote mariano, entrégate a la Madre de Dios, a la madre de los sacerdotes para que ella te guíe y te proteja, recuerda que eres hijo de una parroquia mariana y en honor a la Virgen debes mantener en ti su presencia durante tu vida sacerdotal”.        
            Seguidamente se continuó con la ceremonia, que se caracteriza por varios pasos muy específicos y significativos.

Entre ellos la “imposición de las manos” del Obispo sobre la cabeza del ordenado,  luego la “oración consegratoria” en la que se le pide a Dios la efusión del Espíritu Santo y de sus dones para el ministerio, la postración en el piso como señal de humildad;  al nuevo presbítero se le ungen la manos con el Santo Crisma, como signo de la unción especial del Espíritu Santo y se le hace entrega de la patena y el cáliz como símbolo de la eucaristía. 

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